La Asociación Servicios Educativos Rurales (SER), en el marco de su 25 Aniversario de vida institucional y en coordinación con La Casa del Corregidor realizaron, el 3 de noviembre, un conversatorio sobre Las minas de Laycacota y la fundación de Puno. El tema estuvo a cargo del historiador y columnista de la revista Cabildo Abierto, Nicanor Domínguez Faura.

Ana, Nicanor, Paulo
Por la sensibilidad que reviste el tema, creemos conveniente presentar a ustedes una trascripción del conversatorio.


Nicanor Domínguez


Tengo que agradecer al SER por darme la posibilidad de hacer algo que siempre quise: darle alguna utilidad práctica a una investigación de tesis doctoral con un tema bastante alejado del presente pero que, a mi modo de ver, puede tener todavía mucha relevancia para algunas de nuestras preocupaciones actuales.

Hace un año Javier Torres, Presidente de la Asociación SER, me propuso colaborar con algunos artículos históricos para la nueva revista Cabildo Abierto. Me pareció una buena idea ir presentando los resultados de mi investigación, antes de esperar a que algún día esa tesis pueda convertirse en un libro. Pensé que sería importante compartir los temas, sin necesariamente tener que detenerme a discutir las fuentes históricas o mencionar de dónde saco específicamente las informaciones que presento y ordeno para completar una interpretación histórica, aunque tratando siempre de mantener un cierto rigor académico.

Coincidiendo con la época de salida de Cabildo Abierto, en noviembre del año pasado, un tema propuesto por mi editor, Christian Reynoso, fue el de la fundación de Puno, tal como lo presentamos ahora, tratando de fomentar el debate. Pensé que esta noche se podría hacer un esfuerzo por sintetizar y poner a disposición de la gente que vive aquí algunos datos sobre momentos importantes de su pasado. Además, hoy noté una cierta ansiedad por confirmar si vamos a seguir con la fiesta o hay que cancelarla.

Pero, como se lo comentaba a Max hace unos minutos, no comencé la tesis tratando de hacer una historia urbana de Puno. Me interesó el problema previo de los conflictos entre mineros españoles en esta área del Sur Andino, del cual la fundación de Puno es una de las consecuencias. Por eso pensé que, aunque ya hay varios textos sobre la llamada "rebelión de los hermanos Salcedo" en Laycacota (y es una de las cosas que pensé que sería útil hacer: presentar esos textos en alguno de los artículos publicados en Cabildo Abierto), no quería volver a repetir lo que se había dicho, volver a contar esa historia. Porque, de alguna manera, ya se sabe lo que pasó. Más bien, lo que a mí al menos no me convencía, era la explicación del por qué ocurrió eso. Para mí era una cosa muy extraña, en términos de lo que se suele conocer de cómo era la época colonial en los Andes. En parte porque los principales actores de este conflicto son identificados ya sea como españoles (venidos de España y asociados a partir de sus orígenes provinciales en España), y otro grupo, los mestizos (y con referencias de numerosos mestizos, muchísimos mestizos). La población indígena aparentemente no tuvo mayor participación por lo que he podido ver (y lo sabía antes de que empezara a interesarme ese tema); o, en todo caso, no una participación masiva.

Entonces, comparaba este tema de Laycacota, que a mi desde el principio me pareció fascinante, con lo que ya se sabía y se había estudiado de otros conflictos de la época colonial. Así, lo conflictos que enfrentaron a los propios españoles al momento de la conquista, entre Almagro, Pizarro y los hermanos Pizarro, y la corte española, periodo de unos veinte años de inestabilidad al inicio de la época colonial llamados las "Guerras Civiles"; luego, en el siglo XVIII, las distintas revueltas o rebeliones de comunidades indígenas en contra de los corregidores, incluyendo la "Gran Rebelión" de Túpac Amaru en 1780; y, finalmente, los conflictos de la época de la Independencia, así como los debates entre historiadores en torno a quién llevó adelante esa Independencia y para quién se hizo. Todos esos fueron los antecedentes que yo manejaba. Y pensé que algo similar podría quizás aplicarse a esta historia focalizada en Puno, pero, a mi modo de ver, quizás más ampliamente a mediados del siglo XVII.

El siglo XVII ha sido, hasta muy recientemente, considerado una época en la que no ha pasado nada relevante. Los españoles en el siglo XVI conquistaron y establecieron un sistema de dominio sobre la población indígena. El Virrey Toledo (1569-1581) estableció la mita y una serie más de instituciones, que sobrevivieron mal que bien hasta el siglo XVIII, cuando los Reyes de España, de origen francés, los Borbones, decidieron que no les salía a cuenta tener unas colonias ineficientes y que era necesario modernizar la administración colonial, modernizar la recaudación de impuestos y promover ciertas actividades económicas que pudieran generar, no el bienestar de las poblaciones locales, sino más impuestos. Entonces, con esas referencias, el siglo XVII no sería más que un gran hueco, un gran vacío, un periodo en el que no había pasado nada y la gente había vivido pues aburridamente, bien en ciudades relativamente pequeñas en los Andes, en donde los españoles eran la élite y los indios era la mano de obra básica, y en las ciudades costeras, o en las zonas costeras en general, donde desarrollaron un sistema de plantaciones con mano de obra esclava.

Más o menos, la historia social del siglo XVII era muy simple, no pasaba mayormente nada y esta tema de Laycacota me parecía una anomalía, una cosa rara que no había cómo entender. Creo que por eso me atrajo.

También, a partir de esos otros momentos de la época colonial conocidos, estudiados e incluso debatidos, sobre cuáles eran las intensiones de esos actores sociales, qué cosa quiso hacer Túpac Amaru por ejemplo en 1780, los criollos en la década de 1810. Ese tipo de debates no existían para el siglo XVII. Quizás no existían porque las referencias a estos conflictos, el de 1668 aquí en Puno y el de 40 años antes, a mediados de la década de 1620 en Potosí (que también había experimentado una serie de conflictos entre mineros españoles), aparecían como anomalías, como cosas raras, como excepciones a la regla y como temas en donde era la élite colonial la que se peleaba entre sí.

Y, me perdonarán quizá mis maestros, pero eso no importaba mucho. Tal vez porque el desarrollo histórico de nuestro país desde los años cincuenta (con movilizaciones campesinas y tomas de tierra, luego intentos de reforma agraria y guerrillas en la década del 60, la Reforma Agraria con los militares en los años 70), hizo que el tema de la población indígena se convirtiera en el centro de interés de los historiadores. Y, en esa toma de posiciones, la élite quedaba al margen. En parte también porque antes era sólo de las élites de las que hablaban los historiadores: del conquistador Pizarro. o de los virreyes, o de ciertas familias poderosas. Entonces, al hacer este cambio, por los intereses de jóvenes historiadores en esa época, las élites quedaron un poco al margen. Y así, estos conflictos en Potosí, en Puno y Laycacota, eran conflictos de miembros de la élite colonial. Los jóvenes historiadores de entonces no tenían mucho interés en las élites, porque lo importante era recuperar la historia olvidada sobre la resistencia que las poblaciones indígenas, las comunidades de los Andes, habían, en ciertos momentos, desarrollado de manera violenta. Los grandes temas sobre la historia colonial de los años finales de los 60, y de los 70 y 80, eran estos movimientos de resistencia indígena.

Sin embargo, me parece que entender sólo una parte del problema no ayuda a entender el problema completamente. Por esa razón, mi idea fue tratar de entender el conjunto de esa sociedad colonial y aprovechar que, en este caso concreto, la población indígena no había tenido realmente una participación masiva y eran justamente sectores de la sociedad colonial que no habían sido mayormente estudiados, o habían sido dejados de lado porque antes sólo se los estudiaba a éllos: blancos, criollos, o españoles venidos de España; y bueno, el tema de la población mestiza, que tampoco tenía mucha investigación.

En épocas más recientes ya hay estudios, y muy interesantes, sobre esa población intermedia de mestizos. Estudios que no tienen mucho que ver con un discurso que, para muchos, es un discurso de dominación: el "discurso de mestizaje", de que la nación peruana (como en otros países de América Latina con bastante porcentaje de población indígena), es el producto armonioso de una relación entre conquistadores españoles y poblaciones indígenas dominadas. Así, todos somos felizmente mestizos y por lo tanto la armonía de ese origen debería proporcionar, tendría que ser, la armonía del presente. Un discurso que en el Perú desarrolla, en algún momento de su trayectoria, José de la Riva Agüero (1885-1944), en los años 20 más o menos. Y que es, en ese contexto, un debate con los indigenistas, aquella generación de intelectuales peruanos que, aunque no venían de las comunidades indígenas, reclamaban respeto y un tratamiento más de ciudadanos (no de simplemente de mano de obra explotada, sino de ciudadanos con derechos) para las poblaciones indígenas. La alternativa que Riva Agüero plantea es: no hagamos pleitos porque somos parte de esta armonía que debería primar. Para mí, el mestizaje colonial no tiene nada que ver con eso. Creo que hay un grupo de gente que está en años recientes trabajando esos temas.

Otro asunto importante, que he tratado de sugerir en algún artículo de Cabildo Abierto, es que hay dos cosas muy distintas: (a) lo que ocurría en cierto momento del pasado en función de las propias condiciones culturales y de pensamiento en esa época; y, (b) lo que, siglos después, los historiadores tratamos, con mayor o menor suerte, de reconstruir de ese pasado. Son cosas bastantes diferentes. Y el ejemplo que quise dar de esto es la idea de la "bandera del Tahuantinsuyo". Es básicamente una reflexión sobre cómo el prestigio del imperio de los Incas ha sido muchas veces, a lo largo de casi ya 500 años, retomado por gente que pensaba que ese prestigio era muy útil para sus necesidades del presente. Por supuesto, cómo funcionaba la sociedad incaica antes de la conquista española es un tema aparte de cómo generaciones posteriores han querido re-interpretarla, tomando selectivamente elementos de ese pasado, y utilizar las diversas reinterpretaciones para lo que esa memoria tan prestigiosa de los Incas podía ser de útil a finales del siglo XVI, durante el siglo XVII y los siglo XVIII, XIX y XX, en esos distintos momentos. Entonces, la idea de una bandera es el ejemplo concreto. Después de haber consultado a una serie de amigos que saben más de eso que yo (y que espero haber acreditado al final del artículo, consignando los nombres), resulta que es una "tradición inventada", es algo que en cierto momento un grupo de gente decidió que era útil recrear.

Y viene a colación hoy, porque se me pone en la necesidad de definir cuándo se fundó la ciudad de Puno: el 4 de noviembre, ¿es una fecha exacta? Yo sinceramente no podría confirmar la fecha exacta. En el artículo de Cabildo Abierto no me fue posible confirmar la referencia a la creación de la ciudad, con ese título de ciudad, en el año de 1805. Es una referencia que aparece citada, pero sin decir de dónde, en la Monografía del departamento de Puno de Emilio Romero (1899-1993), que data de 1928. No sé exactamente de dónde don Emilio Romero fue capaz de encontrar ese dato. Como desde el principio no planteé mi investigación como la historia urbana de Puno, no me puse a buscar ese tipo de información. Es más, 1805 es casi 150 años después del periodo que yo directamente he investigado. Entonces supongo que, como ya abrí mi bocota, voy a tener que tratar de encontrar dónde está ese documento. O alguna referencia, o alguien que haya tratado ese tema, o que haya ubicado quizá los documentos en algún sitio, para poder fijar en qué momento del año de 1805 se decretó la promoción a rango de ciudad. Probablemente, en atención a peticiones venidas del cabildo, del municipio de la villa de Puno, se decidió en España que por méritos suficientes (entre otros, resistir la rebelión de Túpac Amaru), era bien darle un rango superior de ciudad a la "Villa de la Concepción y San Carlos" de Puno, que es el nombre original que el Virrey Conde de Lemos escogió para esta población.

Justamente, antes de venir a Puno, estuve tratando de ubicar en algunas publicaciones si aparecía el dato. Por desgracia, lo único que pude fue reconfirmar que el año 1928 Emilio Romero menciona esa fecha (1805) sin referencia a ninguna fuente en particular. Por supuesto en 1928, era probable la existencia de los documentos que hoy día ya no existen en Puno, ya que en 1995 se quemaron una buena cantidad de documentos que aún existían en la Prefectura. Por desgracia, los pocos que sobrevivieron se trasladaron al Archivo Histórico Regional, primero ubicado en el "Museo Dreyer", y suscesivamente a sus diferentes locales (en la plazuela de San Juan de Dios, y ahora en la plazoleta del Carácter). En 1997 encontré algunos documentos quemados en los bordes y los hice fotocopiar. Lamentablemente no correspondían a este periodo.

Pero, lo que quería decir es que, en realidad, no importa la fecha exacta de fundación si es que el 4 de noviembre tiene ya una tradición propia como la fecha de fundación de Puno. En ese sentido quizá, en el ánimo de defensa anticipada, preferiría (y es una cosa que me interesa y me gustaría preguntarle a ustedes) conocer algunos detalles de cómo, desde cuándo en el siglo XX, en la memoria histórica de los puneños (o de los intelectuales puneños, sería mejor decir, ya sea profesores escolares o universitarios de la época), se ha tratado de recrear, y a partir de qué evidencia o a partir de qué idea han tratado de hacer cosas que por ejemplo para mí, hoy, son muy interesantes. Por ejemplo, nadie me sabe decir desde cuándo hay una estatua de Manco Cápac en el cerro Huajsapata. En 1928, cuando Emilio Romero publicó su Monografía de Puno, menciona el cerro Huajsapata, menciona las cuevas, el lugar en donde los niños pueden jugar, pero no menciona la estatua de Manco Cápac ahí.

Entonces, hay un momento, que no sabría todavía fijar, en el que la municipalidad (o algunas personas en Puno) deciden que es bueno afirmar que los Incas tienen su origen en esta parte de los Andes. Que, siguiendo las descripciones del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), los primeros incas salieron del Lago Titicaca por Puno. Y en ese sentido era meritorio hacer una estatua de Manco Cápac en el cerro Huajsapata.

Por supuesto no hay manera de confirmar esto, no hay documentos ni, hasta donde entiendo, una prospección arqueológica, evidencias que puedan confirmar esa interpretación. Quizá sí, si se hace una prospección arqueológica se pueda confirmar esa idea de "tradición inventada", que para mi es igualmente válida como un papel de la época colonial dando un fecha exacta para una cierta fundación. Entonces, si simplemente no puedo hacer eso hoy, lo que sí me gustaría es tratar de aprender un poco: cuándo, cómo, de qué manera este esfuerzo por desarrollar una identidad puneña ha sido ensayado a lo largo del siglo XX y cómo, específicamente eso de qué los incas salen por el Lago en Puno. Y se celebra justamente en el mismo momento en el que se celebra la fundación de la ciudad, que es una ciudad de origen español, que es una ciudad que originalmente fue una "villa de españoles" (desde que el Virrey Lemos decidió que en los cerros entre Cancharani y Laycacota, esa concentración de casas era un caos, un desorden, y que había que hacer las cosas bien hechas, y entonces ordenó demoler eso y trasladar a los pobladores a la planicie que hoy está ocupada por la ciudad de Puno).

En esos materiales que han tenido la gentileza de copiar y repartirles, yo no solamente reuní mis colaboraciones en Cabildo Abierto, sino añadí una serie de mapas que espero ayuden, a los que no son muy conocedores del periodo, a ubicar algunos de los lugares que se mencionan en estos textos. En la primera página intento, de manera muy hipotética, ubicar el pueblo de indios de Puno y la villa de españoles de Puno. Porque, en realidad, no hay más documentación que la que presenta el Ing. Ignacio Frisancho en el libro que publicó en 1996 sobre la fundación de Puno (más allá de ese estudio específico, no hay por desgracia más información). El croquis es hipotético y parte de sumir que el pueblo de indios de San Juan Bautista de Puno existió en torno a lo que ahora es el Parque Pino y la iglesia de San Juan Bautista, y que este sector en donde estamos, cerca de la Catedral y de la Plaza de Armas, es un diseño que proviene de esta serie de acciones del Virrey Conde de Lemos en 1668. Es simplemente un croquis hipotético, a partir distintas fuentes, documentos, libros y observaciones. Me ha parecido que es lo más razonable. Podría ser que esté completamente equivocado, pero en todo caso lo pongo a consideración. Y creo que con esto debería terminar, para dar paso a sus preguntas.

Ana, Nicanor, Paulo

Sonia Molina
Quisiera saber la conexión que existe entre la "rebelión de los vicuñas" de Potosí y la situación de los Salcedo.

Mario Núñez Mendiguri
Quisiera hacer unos comentarios. Del Dr. Domínguez, en su tesis "Mestizos y sirvientes del Rey en los Andes coloniales, Perú 1660-1670", quiero rescatar algo muy importante: que él habla sobre la "república de españoles" y la "república de los indios" como parte de los actores sociales que van a actuar en la década de 1660 en el conflicto de Laycacota. Y otro aspecto más que quiero puntualizar es cómo las diferencias entre españoles se agudizan aquí (lo que no se da en España entre catalanes, castellanos, en fin), por cuestiones fundamentalmente económicas. Es un punto que quisiera que nos amplíe.

Prudencio Ramos
Lo que quiero decir es sobre Puno. René Calsín ha encontrado un documento en el diario La Bolsa, de la ciudad de Arequipa en 1865, donde dice que Puno pasó a ser ciudad un 14 de octubre de 1805, y entonces el 14 de octubre del 2005 Puno cumplió 200 años como ciudad. Por otro lado, creo que Manco Capac no salió por Puno. Salió por Arapa, porque allí está "la balsa de piedra" y el hombre que la manejaba. Ahora ya no existe, porque le ha caído un rayo, pero se puede reestructurar. La gente del lugar no quiere tocarlo, porque piensan que quién lo haga se va a convertir en piedra. Hay vestigios en el lugar en donde está la balsa. También no creo que Puno fue fundado un 4 de noviembre, pero la gente de Puno lo ha convertido ya en tradición y es difícil ir contra la corriente.

Juan Palao
El expositor dice que en la historia que nosotros conocemos normalmente del siglo XVII, este siglo fue aparentemente tranquilo. Pero sabemos que no fue así, porque fue una época de constante sublevación desde el mismo inicio del siglo y durante todo él (1600, 1613, 1632, 1678, etc.). Una de las más famosas en Lima fue la de los silleros, que casi toman la ciudad. Después, tenemos en el Cusco a Alonso Inca; la de Huamanga (10 años de sublevación). La sublevación de 1618, la de los Uros en 1632 (atacaron el pueblo de Puno, que ya existía, y el de Chucuito), fue la sublevación de los uro-itos en Zepita (por la que, como castigo, se prohíbe que hablen uro y a los que lo hacían se les cortaba la punta de la lengua; se quemaron todos los libros y diccionarios en uro que en ese tiempo usaban los sacerdotes para catequizar). Fue una época de mucha violencia. También hay datos de que en Potosí los mitayos de Puno, que se llamaron los mitayos de Laycacota, hicieron una sublevación tres años antes de la de aquí, en 1665.

¿Qué cosa era Puno en ese tiempo? Desde la tasa de Toledo encontramos que el primer encomendero de Puno era Martín Dolmos o Martín de Olmos, que fue encomendero en 1563. Olmos fue un capitán que llegó para sofocar la sublevación de Gonzalo Pizarro y por todos sus méritos, le entregan varias encomiendas. Una es la de Chía y Azaroma en Carabaya, también la de Chupa, la de Puno y tiene una en Cusco y otra en Abancay. Como encomendero, Dolmos tuvo que haber fundado capilla de indios (San Juan Bautista) y capilla de españoles (de la Inmaculada), porque así lo ordenaban las leyes de esa época. Estas capillas se habrían establecido entre 1565-1570. Al haber sido encomienda de un personaje tan importante Puno no era pues una pampa, ni un sitio perdido, ni un caserío de indios abandonados, había toda una organización. Además, estaba cerca de Chucuito y de Ichu. Puno ya era un pueblo super organizado para 1668, 1700. Por eso es que durante la rebelión de Tupac Amaru (1780), los rebeldes como Laura, Túpac Catari y Mamani, vienen a tomar la ciudad de Puno. Hay que investigar, pienso, la relación de los encomenderos de Puno a partir de Martín Dolmos porque allí tiene que estar la clave de que Puno era ya un pueblo bastante importante para la época.

Hay otro aspecto que prueba que el siglo XVII no fue tranquilo. A partir de 1532 empiezan las tres grandes campañas de "extirpación de idolatrías", que se hacían con mucha violencia. Los historiadores ocultan lo que pasó en el siglo XVII, porque fue el siglo más trágico y violento de la imposición religiosa en los Andes. Habría que considerar esos dos puntos. Además, averiguar por ejemplo quién era el encomendero más importante de Puno en 1668.



Réplica de Nicanor:
El siglo XVII, en la historiografía colonial peruana, es una época mucho menos trabajada que la época anterior, el siglo XVI y el establecimiento del sistema colonial con el Virrey Toledo; o luego el siglo XVIII y la serie de revueltas que afectaron a la sociedad colonial de ese periodo, bajo la presión de las "Reformas Borbónicas". Ese periodo intermedio, el siglo XVII, tiene muchísimo menos investigación.

Hay varios temas que, a mi modo de ver, sí necesitan ser estudiados. Pero, al mismo tiempo, también habría que tomar en cuenta que el periodo colonial duró tres siglos y las cosas que podrían haber ocurrido en el siglo XVI, muchas de ellas no seguían ocurriendo en el siglo XVIII. Específicamente, estos conflictos en centros mineros que terminé estudiando a partir de mi interés por Laycacota, aparentemente no ocurren antes del siglo XVII y, hasta donde alcanzo, no vuelven a ocurrir en el siglo XVIII. Entonces, quizá sería útil abordar el periodo colonial como un periodo de diferentes coyunturas. En términos de una subdivisión (aunque las fechas no sean exactamente 1599-1600 o 1699-1700, de exactitud cronológica), estoy proponiendo la idea de un "largo siglo XVII" en los Andes, que en realidad comienza con las reformas del Virrey Toledo, el asentamiento de la población indígena en "reducciones" o pueblos (uno de ellos Puno), y la mita, tanto a la mina de Potosí como otras mitas a áreas que no tenían actividad minera.

Otro asunto importante es que hay una variedad regional. Las provincias que estaban obligadas a enviar mitayos a Potosí estaban comprendidas, más o menos, entre lo que ahora es Quispicanchis (en Cuzco) hasta el Sur de Bolivia. Pero hay otras regiones de lo que ahora es territorio peruano o boliviano que no estaban involucradas en la mita. Entonces, algunas veces hay imprecisión al referirse a estas instituciones coloniales, como que hubieran afectado a todos y cada uno los pobladores indígenas de la región andina. Es imprecisa, no es correcta, no es exacta, lo que lleva a algunas afirmaciones incorrectas. Por ejemplo, la referencia a la "extirpación de idolatrías". Hasta donde se ha podido estudiar, ésta sólo ocurre en las provincias que estaban bajo la jurisdicción del Arzobispado de Lima (lo que ahora es Ancash, Huánuco, Pasco, Junín, Lima e Ica). Sólo en este arzobispado hay "campañas de extirpación de idolatrías", en las que se envía a un visitador que vaya, pueblo por pueblo, a presionar a los caciques locales y a los párrocos de estos pueblos, para que denuncien a quiénes no estaban cumpliendo con la norma católica y mantenían algunas tradiciones indígenas (que supuestamente deberían haber abandonado porque ya habían sido bautizados y evangelizados). Pero en obispados como el del Cusco o La Paz (Puno se eleva a obispado en el siglo XIX), donde hubieron provincias afectadas por la mita de Potosí, no hubo campañas de extirpación de idolatrías.

Hay un historiador boliviano, Josep Barnadas, que ha tocado este punto: el por qué no hay evidencia documental, por qué no hay juicios de estas campañas, como los hay en el caso del arzobispado de Lima. Hay una explicación, que Barnadas no comparte del todo con Thierry Saignes, otro historiador que ha trabajado el asunto. Y es que la idea de ir pueblo por pueblo generando pequeñas crisis (porque el proceso de extirpación comenzaba con darles la oportunidad a los parroquianos de confesar que estaban cometiendo idolatrías, y los que confesaban eran perdonados; más bien los que no confesaban eran sometidos a investigación secreta, generando conflictos intracomunales; porque la mejor manera de deshacerse de alguien que uno no quiere era acusarlo con el visitador de idolatrías; y en ese sentido hay muchas cosas que pasan durante las visitas, pero sólo ocurren durante campañas masivas como el caso del arzobispado de Lima). Otras áreas, como el Sur Andino, no parecen haber tenido campañas de extirpación porque, y esa es la explicación que a mi me parece más convincente, generar esos conflictos internos en los pueblos era una manera de hacer más difícil la captación de mano de obra para las minas. Entonces, hay la propuesta que en otras regiones las autoridades locales, ya sean los corregidores o los curas párrocos, habrían sido más tolerantes con esas prácticas. No es que no existieran, no es que aquí la población indígena haya sido mejor evangelizada que la población indígena de la Sierra Central del Perú actual, sino que había más lo de "hacerse de la vista gorda", porque habían otros intereses que eran más importantes y que ponían este esfuerzo de re-evangelización en un segundo plano. Hay poquísima información fuera de Lima, así que parece que no ocurre igual en todas las regiones.

Y me parece que estas diferencias regionales del pasado son relevantes hoy día. Acabamos de pasar un esfuerzo poco exitoso de regionalización, así que el tema sigue estando pendiente para muchos de nosotros: la idea de que el centralismo limeño es un problema nacional y que las regiones deberían tener algún tipo de capacidad de despegue económico, de bienestar social. Esa misma preocupación que existe hoy en día, tendría que también formar parte de nuestra preocupación por el pasado. Los procesos históricos tienen un carácter regional, no son homogéneos. No ocurre lo mismo en todas partes, como no ocurre lo mismo hoy día en todas parte en el Perú. Entonces, creo que es importante pensar el pasado como una época tan compleja como el presente. No deberíamos asumir que el pasado fue una época mucho más simple, y que tres o cuatro características básicas explican todo un periodo de trescientos años.

En ese sentido, una de esas características, y particularmente de esta región Sur Andina, es la recurrente explosión de conflictos en centros mineros durante el siglo XVII. Cuando comencé esta investigación, de lo único que se sabía era lo que había pasado en Potosí, un conflicto entre mineros que eran descritos como "vicuñas" (aparentemente porque usaban sombreros de lana de vicuña) y vascongados (mineros del sector norte de España); y 40 años después Laycacota, entre vascos y los hermanos Salcedo y sus aliados, que eran sevillanos, andaluces del Sur de España. Parecían hechos raros, excepciones a la regla. Pero, me decía yo, quizá estudiando una excepción (algo que era lo marginal, lo extraño, lo raro, lo único, que ocurrió una vez y nunca más), quizá tratando de explicar eso, se podría ayudar a entender mejor la norma, lo normal. Ese era un poco mi razonamiento cuando comencé mi investigación sobre Laycacota.

Lo que fui descubriendo, trabajando en los archivos de Perú y Bolivia, es que hay varias otras minas que participan de este patrón de comportamiento: se descubre una mina nueva, hay la esperanza de que tenga de una gran producción de plata, y comienzan migraciones a partir de centros mineros más antiguos y empobrecidos. La gente, ya sea mineros españoles, o mineros criollos, o mineros mestizos, trabajadores mestizos, trabajadores indígenas, migran. Se enteran de que hay este "boom", esta bonanza en distintas minas y van allí. Por algunos años tratan de conseguir la mejor ubicación, tratan de enriquecerse. Lo que está detrás de todo eso es que, más o menos desde 1630, la minería de Potosí, esta gran ciudad minera, se estanca. La producción de Potosí se agota, pero estas nueva minas dan esperanzas de que puedan haber nuevos Potosí en otras partes de los Andes. Y así se ponen en juego, a mi modo de ver, una serie de migraciones laborales. Y se ponen en juego también redes que vinculan a estos mineros con comerciantes, porque los "aviadores" (los que proporcionan el dinero y el apoyo material para las actividades mineras), suelen ser comerciantes que pertenecen no precisamente a "casas comerciales" pero si a sociedades comerciales que comienzan en Sevilla (a veces, estudiando la historia del Perú colonial, la gente se olvida que el Perú era colonia de España). Entonces, la extracción de riqueza, la extracción de minerales de plata, tenía una lógica de exportación, era el objetivo básico y el motor de la economía colonial. Por eso la pregunta de cómo es que llega esta riqueza hasta España: bueno sí, llega en barcos, pero barcos que están contratados por comerciantes; hay un tejido, una red de personas, de seres humanos que son los que movilizan esta riqueza. Así, el conflicto de "vicuñas y vascongados" de la década de 1620 en Potosí, y el conflicto en Laycacota entre andaluces y vascos en la década de 1660, después de todo, no parecían tan raros. Más bien parecían parte de un patrón de comportamiento en centros mineros en el contexto del estancamiento de Potosí y vinculado a estas redes de contactos comerciales entre grandes comerciantes (en Lima, Arequipa, Cusco, La Paz, Potosí) y los mineros, que se asociaban a partir de sus orígenes regionales españoles. Había un poco la idea de que, si a algún andaluz le iba bien en una mina, estaba de alguna forma moralmente obligado a beneficiar a sus paisanos (que es un proceso que nosotros también vemos hoy en día). Cuando uno no está en su tierra, uno cuenta primero con sus parientes, luego con sus paisanos. Es una lógica de se mantiene a lo largo de 500 años.

Así, mi forma de entender esos conflictos es que las rivalidades de los españoles en Laycacota, como el conflicto de los españoles en Potosí, es parte de una tendencia de muy largo plazo: un periodo de más de 100 años en el cual los comerciantes vascos (del norte de España), están tratando de desplazar a una élite comercial más antigua, una élite colonial que originalmente provenía del sur y el centro de España. Por ejemplo, la familia de Francisco Pizarro era de Extremadura, y hay algunos estudios en España sobre demografía e historia de las migraciones de españoles al continente americano en los que Extremadura tiene un comportamiento migratorio muy extraño. Simplemente por cuestiones de distancia geográfica, era más fácil y más rápido llegar de España a México (que también tenía un virreinato importante y una economía minera próspera), que venir a través de Panamá hasta el Perú. La mayoría, estadísticamente hablando, de gente de distintos lugares de España durante la época colonial se dirigían a México: era más barato, más fácil y ya habían estas redes de parentesco, de paisanaje. Hasta más o menos 1680, México quedaba en un segundo lugar si se comparaba con la producción de plata peruana. México se convirtió en la gran colonia productora de plata durante el siglo XVIII. Pero antes, la gran producción de plata que los españoles recibían de sus colonias americanas provenían de los Andes (Perú y Bolivia). Entonces, había un incentivo económico: si uno tenía parientes en el Perú había una razón para venir. Pero, si se comparan las estadísticas, los estudios de historiadores españoles sobre ese fenómeno (la migración española a América en la época colonial), la mayoría de la gente se va a México, los únicos que vienen mayoritariamente a Perú, más que a México, son los extremeños. Y allí parece haber una tradición de extremeños que tienen muy claro que el Perú fue conquistado por extremeños, que los Pizarro eran de allá y que esas redes de parentesco y paisanaje podían funcionar en beneficio de ellos.

Durante toda la época colonial la puerta autorizada para llegar a América era la ciudad de Sevilla y los puertos en ese sector de la península española. Entonces, simplemente por una cuestión geográfica, muchos de los que venían a América eran del Sur de España. Y esa élite inicial de origen andaluz, de origen castellano, (del Centro), o extremeño, a lo largo del siglo XVII tienen, a mi modo de ver, que enfrentar a estos rivales muy agresivos, muy bien organizados, provenientes del norte de España. Lo que ocurrió en Potosí entre "vicuñas y vascongados" y lo que ocurrió en Laycacota entre andaluces y vascos no son necesariamente "rarezas", sino es un tipo de conflicto que no había sido considerado por los historiadores del siglo XX y del siglo XXI. Conflicto que, a mi modo de ver, se resuelve al final del siglo XVII cuando los vascos son capaces de imponerse. No he seguido todavía investigando sobre el siglo XVIII, pero mi explicación sería que, bueno: ¡ganaron! Ganaron al final del siglo XVII y, durante el siglo XVIII, muchos de los burócratas que llegan a la administración colonial y, en general en toda América, son norteños (son vascos o de otras regiones del Norte en España), y ya no tanto del Centro o del Sur. Esto, de alguna manera, es todavía una hipótesis. Se necesita todavía mucho más trabajo para poder confirmarla, pero es la manera que encuentro más razonable para entender estos conflictos.

Para cerrar este comentario, mi sugerencia en cualquier caso es: que no podemos asumir que el pasado es más simple que el presente, que no podemos asumir que el pasado es homogéneo y el presente no. Una cosa muy particular en el siglo XVII en los Andes son estos conflictos de centros mineros, al menos ese aspecto tiene que ver con ese tránsito y este conflicto entre élites. Todas estas minas funcionan por un periodo corto de tiempo, muchas de ellas son abandonadas, Laycacota es un ejemplo. Pero mientras producen, producen muchísimo y son vistas como la esperanza. La tendencia son estos conflictos monopólicos, excluyentes. La idea es: nuestra red de comerciantes vascos va a monopolizar esa producción y no queremos compartirla con otros españoles o, a la inversa, las redes de los andaluces. Por eso tratan de negociar, comprar, convencer a los distintos corregidores para mantener una cierta estabilidad en beneficio de estos grupos locales dominantes pero, en última instancia, conectados a estas redes comerciales con España.

Otro tema distinto, que podemos tratar después, o que trataría de escribir en Cabildo Abierto más adelante, es el de los mestizos. Esos numerosos mestizos que se mencionan con tanta insistencia en los documentos de la década de 1660, en una parte de Perú que nadie pensaría primeramente como la parte más mestiza del país. Entonces la pregunta es: ¿de dónde salen estos mestizos, y a dónde se van? Porque los mencionan a cada rato y con mucho temor. Es otro de los temas que me interesaba ver y que podría ser interesante discutir luego.


Hugo Rodríguez
Me sorprende bastante la coincidencia que hay entre el tipo de información y análisis que hace en los tres artículos aparecidos en Cabildo Abierto, como lo que hace Alfonso Torres Luna en un libro que se llama Puno histórico (1968), y que no ha sido muy consultado y muy difundido; un libro bastante amplio y que concuerda con mucho de lo que se está mencionando.

Más allá de esto, lo que quería era más bien señalar lo siguiente: creo que efectivamente en este periodo del siglo XVII ha sido un periodo en el cual había mucha convulsión y efectivamente no ha sido un siglo tranquilo, por lo menos en este espacio. En ese sentido hay una cosa que me gustaría ver: si es posible o no ligar, en el sentido de lo que se implicaba, más alla de acumular riqueza, de lo que significaba este proceso (específicamente en el caso de los hermanos Salcedo), de un proceso de acumulación autónomo con una perspectiva política de generación de poder local frente a la corona española. Lo cual tiene, además, una coincidencia clara con lo que se menciona como una de las tendencias del siglo, que es la referida a la evasión tributaria en los centros mineros, cosa que fue muy clara en el caso de los hermanos Salcedo. Y que, entonces, se está generando, en ciernes, una propuesta, que fue mencionada de autonomía. Una propuesta de descentralización frente al centralismo en el área andina: en su momento del Virreinato de Buenos Aires, y de la corona española en última instancia. Hecho que además es tipificado, y ahí va la pregunta: ¿cómo entendería y cómo ligaría lo que dice Jorge Basadre, en su libro El Conde de Lemos y su tiempo (1945, 1948), cuando señala que la represión del movimiento, de la "rebelión de los hermanos Salcedo", significó la anulación del germen de una burguesía que, de haber prosperado, le hubiera dado otro cariz en la construcción política, económica, social a lo que conocemos hoy como Perú?

Edmundo de la Vega
Tengo un breve comentario. Primero, me parece que el concepto este de Eric Hobsbawm sobre "tradición inventada" es muy adecuado para ser aplicado a esto de la fundación de Puno. Pero creo también que este concepto es parte de cómo estamos trabajando (historiadores, arqueólogos, antropólogos), la temática de la fundación de Puno. Algo que me llamaba la atención justo viendo esta fotografía que presentas, y que ilustra hoy día uno de los trabajos, señala que son las ruinas de San Luis de Alva cuando eso en términos empíricos no puede ser probado. Es una cuestión muy sugerente pensar que pueda ser una de las partes, porque en otra parte del texto se señala que hubo entre 2.000 y 3.000 casas y una visita, rápida si quieres, a la zona no va a mostrar evidencia de esa densidad poblacional. Entonces, creo que el sitio es muy interesante, muy sugestivo respecto a tener esta hipótesis, pero creo que no estamos todavía en la posibilidad de hacer una afirmación tan precisa.

Segundo, quería mencionar respecto a lo que dijo el profesor Juan Palao, que hacía referencia a que el primer encomendero fue Martín Dolmos, que su encomienda fue en 1563. Hay un documento que fue encontrado por Catherin Julien en el Archivo General de Indias, que es una cédula de encomienda en la cual Francisco Pizarro le entrega más bien la primera encomienda a Gómez de Mazuelas, y es interesante porque esta cédula de encomienda es del 1ro de agosto de 1535. Entonces más bien deberíamos considerar que Gómez de Mazuelas sí fue el primer encomendero. Estamos hablando de que fue una encomienda entregada cuatro años después del arribo de los españoles a los Andes. En esta cédula también se mencionan cosas interesantes, que también señaló el Sr. Palao, respecto a que Puno no era pues el famoso "puño" del cual hemos querido hacer derivar la etimología, señalando que era un caserío pequeño. Por ejemplo, en esta cédula se señala que el cacique C'cacha era uno de los caciques que compartía el cacicazgo con Illac'opa, y que entre los dos manejan, más o menos, más de 1000 indios, ¡tenían casi una huaraca en términos poblacionales! Y si pensamos que 1000 indios en Puno, comparados con Chucuito (que simplemente tenía el doble y era considerado uno de los grandes centros), entonces imagínense su importancia.

Creo que hay información que todavía no está siendo reconocida, todavía no está siendo manejada. Y que esto de lo que decías de "tradición inventada" también es parte de que no estamos haciendo trabajo de campo. Mucha de esta temática la estamos discutiendo en debates, la estamos trabajando desde el escritorio, pero no estamos haciendo un contraste en busca de evidencia empírica que nos ayude a superar este entrampe. O es una "tradición inventada" y la valoramos en ese sentido, o en todo caso tratamos de buscar una verdad histórica más exacta.



Réplica de Nicanor:
No estoy contestando varias de las preguntas que me han hecho. Trataré de hacerlo. Después, si alguien quiere, podemos quedarnos conversando un rato más.

Sobre el siglo XVI en Puno, muy rápidamente: hay alguna información publicada, y otra recuperada por algunos investigadores, pero es cierto que se necesitaría hacer un nuevo trabajo de archivo. Por desgracia, las fuentes más antiguas se conservan relativamente poco en Perú. En Arequipa y en Cusco hay alguna información. Muchos de esos documentos iniciales son cédulas de encomiendas, o tasas de tributo, que contienen información interesante sobre esas comunidades indígenas al inicio del periodo colonial. Muchos de los documentos del siglo XVI están en España. Entonces, hay que pensar en una investigación de largo aliento para tratar de cubrir el área de lo que hoy es el departamento o región de Puno.

La pregunta de si es que hay que entender los procesos de la llamada "rebelión de Laycacota" como un primer intento de autonomía regional basado en una acumulación primitiva de capital (quisiera tratarla en esos términos) por una élite minera, y si esa élite minera podría ser calificada de una burguesía, o el inicio de una burguesía, que quizá hubiera podido, a lo largo de los siguientes años del periodo colonial, cambiar la historia del Perú. Pues me temo que la propuesta de Basadre no estaba muy acertada. En parte porque mi interpretación de este conflicto se basa en asumir que la riqueza que estos mineros extraían de Laycacota, y en general de las minas andinas, iba a España. Era una relación colonial que no hay que perder de vista, aunque sea redundante decirlo. España no siguió el proceso de otros países de Europa (Inglaterra, Francia, Holanda), que desarrollaron tanto una burguesía como un proletariado, vinculados por relaciones capitalistas asalariadas. Y una economía salarial masiva en los Andes, como en España, no tenía por donde llegar (asalariar a los trabajadores hubiera implicado abolir la mita minera, por ejemplo, y pagar sueldos que los ex-mitayos hubieran aceptado para trabajar). A la larga, es un problema que hoy en día en el país todavía se mantiene, pues no todos nos relacionamos a través de relaciones de mercado, definidas por el salario en moneda.



Denis Cahuana Quispe
Soy estudiante de la escuela de aplicación de la universidad. Quisiera complementar sobre de dónde salió Manco Capac. Pertenezco a la provincia de Moho, soy del distrito de Tilali, comunidad campesina de Callari. En la C.C. de Sukuni y Siale, los padres de mis familiares dicen que en la época que no había sol, el lago comenzó a subir y las gentes construyeron sus casas en el cerro. Hasta el momento existe y es hermoso. Cuando salió el sol se asustaron y empezaron a migrar a diferentes lugares, a otros sitios. Entonces Manco Cápac y dos personas salieron. Me da pena que hasta el momento esa ciudad está abandonada y las personas desconocidas de diferentes ciudades que vienen, simplemente escriben la historia por imaginación, y no creo que es justo. Las personas de edad son sabias y saben la historia. Deberían investigar de esas personas.

Sonia Molina
Disiento de la hipótesis del investigador. Porque en el caso de Potosí, los mejores cargos y las mejores vetas de las minas se las entregaban a los vascos; a los criollos se los postergaba, incluso en la posibilidad de ocupar los cargos altos. Digo esto porque ese conjunto de "vicuñas", netamente criollos, fundaron el grupo los "vicuñas" con la premisa de que querían tener iguales oportunidades que los españoles nacidos allende el mar. Y justamente, la raíz de esta "rebelión de Laycacota" ha sido un conflicto racial que se arrastró hasta acá. Porque en Lampa hay una "portada de los vicuñas", una portada de piedra. Entonces, no es tema tan simple como decir que fue un conflicto de intereses comerciales. Es un conflicto de poderes, porque los criollos querían incluso desmembrar su nueva patria de la corona española. Entonces, fue una rebelión fuerte la que se produce.

René Calsín
En primer lugar felicitar por la organización de este debate. Como ya se dijo anteriormente, Puno en los albores de la colonia ya era un pueblo. Y ese documento al que alude es el primer documento colonial que se encuentra, y está fechado el 1ro. de agosto de 1535. Es un documento clave para conocer la historia, particularmente de Puno. Allí se menciona al curaca C'caha, que se quedó a cargo de Puno, y los dos puertos (Puno y Chupa), se quedaban con Gómez de Mazuelas, que creo fue primer encomendero. Y también muchos lo registran, Vaca de Castro entre otros, como primer encomendero. Creo que es un hecho importante porque también en 1573, durante la visita de la tasa de Toledo, Puno tenía una población considerable en comparación con los otros repartimientos. Y eso da una muestra de que Puno sí era un pueblo, y un pueblo importante. Y no como quienes han estado tratando acerca de este tema: muchos, la mayoría, casi todos, decían que esta era una aldea, un villorrio, un caserío, una pascana.

En la segunda parte, con la fundación de Puno. Muchos han estado tratando este tema y si nosotros revisamos el informe y la carta del propio virrey Conde de Lemos, induce de una u otra manera, que hubo fundación por un lado. Por otro, quién mejor ha precisado, ya con fecha concreta, es el padre Rubén Vargas Ugarte, que textualmente describe como si fuese la fundación el 9 de setiembre de 1668. Y aparece otro documento, que parece ser el más fehaciente y definitivamente el más contundente, un libro colonial escrito a mediados del siglo XVIII por Esquivel y Navía. Él inclusive en sus crónicas da cuenta de los sucesos que ocurrieron aquí, y también indica que la fundación de Puno es el 9 de setiembre de 1668; es más, todavía indica el folio en donde está la ordenanza que da cuenta de esa fundación. Ahora, hay documentos adicionales. El libro del Ing. Ignacio Frisancho Pineda, que aborda también esa propuesta. Nosotros también hemos encontrado varios documentos en el Archivo Regional de Puno, y uno de ellos trata de 1669, del maestro Guillermo Torres, que también abonaría a tal fundación. Quisiera el comentario de estos aspectos.



Réplica de Nicanor:
Una de las cosas que me he dado cuenta es que no he comentado lo que Edmundo planteó en sus preguntas. Me refiero al trabajo de campo. Por mucho tiempo, y no sólo en Puno (estos son fenómenos a tener en cuenta cuando se trata de ver la historia regional en diversos lugares del Perú), los autores locales tienden a elaborar una "cadena de citas", a citarse unos a otros porque no hay información muy antigua en muchos archivos provinciales en el Perú. Así, producen una imagen del pasado que no necesariamente se sostienen cuando, al tener los recursos para hacerlo, se puede trabajar ya sea en archivos en Lima o en archivos bolivianos, que son relevantes para nosotros aquí en Puno. Incluso hay documentación sobre Puno en Buenos Aires y, bueno, en España. Es necesario una especie de "trabajo de campo", ir buscando las fuentes documentales en archivos. Y, como decía, Arequipa y Cusco son lugares en donde se puede encontrar documentación referida a Puno desde el siglo XVI.

Pero también hay algo que es mucho más costoso, que requiere de un equipo, de un proyecto, y que no siempre es tan fácil de conseguir, y es el trabajo de arqueología histórica. La mayor parte de trabajos de arqueología en el Perú están referidos a arqueología prehispánica. Pero sólo hay unos cuantos ejemplos de arqueología histórica: en el caso del valle de Moquegua, y eso porque la empresa minera Southern puso plata para ese tipo de investigación arqueológica. No hay investigación sobre sitios coloniales abandonados. Sería importante tratar de hacer una prospección arqueológica en todo ese sector, en toda la parte alta del sur de los cerros de Puno, para delimitar un área arqueológica y tratar de ver si es posible hacer un proyecto de largo plazo de arqueología histórica, enfocado en el asentamiento que existió en torno a las minas de Laycacota, que oficialmente llamaron San Luis de Alva. A veces en los documentos se encuentra "Laycacota" o "San Luis de Alva de Puno", pero se refiere al sitio allá arriba, no a la localidad cerca al lago.

Eso sería importante. Porque yo he tratado de ubicar de manera hipotética estos lugares en los mapas que he incluido acá, hasta donde he podido entender a partir de las informaciones que aparecen descritas en la documentación. Este es el mapa más reciente en el que he podido reunir la información. El sitio donde se ubicaría "San Luis de Alva" es el lado Oeste del cerro Cancharani, no al lado Este que es por donde pasa la carretera a Moquegua. Creo que la foto incluida en Cabildo Abierto está tomada de ese otro ángulo. Lo otro es la ubicación de las propiedades de los Salcedo: ¿dónde tenían sus "ingenios", estas casas para moler y refinar el metal de plata? El de Gaspar de Salcedo estaba entre los sectores que hoy se conocen como Salcedo y Aziruni, al Sur de la ciudad de Puno. Y la propiedad de José de Salcedo estaba en Cairani, al Sur de Tiquillaca. Entonces, hay esas referencias y muy pocas descripciones. Y no hay un trabajo realmente de arqueología histórica que nos permita entender cómo o qué tan extenso fue este asentamiento. Hay referencias a 2,000-3,000 casas que fueron derruidas, pero no dicen si eran de un solo piso o de dos pisos; si eran grande o pequeñas; qué tipo de casas eran. Solamente hay un número, hasta variable, y la información sobre que la población fue trasladada a esta nueva villa de Puno. Hay interesante trabajo de campo por hacer.

Igualmente, las sugerencias que fueron presentadas, sobre que en Moho o en Arapa habría evidencias de sitios arqueológicos que podrían estar ligados con la leyenda de la salida de Manco Cápac y Mama Ocllo del lago Titicaca. Así, se necesitan tanto nuevas investigaciones de arqueología prehispánica como algún esfuerzo de estudiar este aspecto del periodo colonial: las ruinas de algunos sitios, especialmente estos detrás del Cancharani.

El compromiso de cerrar este Conversatorio con una conclusión, me temo que va estar un poco difícil. La información que varias personas han presentado acá esta noche es novedosa. Por mi parte, sólo puedo citar como mi fuente de información la Monografía de Emilio Romero, donde aparece la referencia al año 1805. Si alguien ha tenido la suerte de encontrar ese documento, me encantaría tener una copia. Al menos esa parte del debate queda más o menos zanjado.

Lo que yo haría, para hacer el asunto sobre la "verdadera" fundación de Puno quizá un poco más fastidioso es, bueno, que una cosa es que allá en Madrid el Rey de España haya firmado un documento, seguro por peticiones y presiones de la élite puneña de esa época ("queremos que se nos reconozca un estatus de ciudad que es más importante que sólo el de la villa de Puno que tenemos"). Si probablemente hicieron peticiones, puede ser que haya esa información en algún archivo de España. Y bueno, finalmente, parece que en 1805 el Rey se dignó a firmar una cédula real (donde se diría: "está bien, pues, Puno es ciudad, etc."). Entonces, habría que pensar, ¿y cuándo llegó esa orden acá y cómo fue cumplida? Y si es que en ese momento a alguien se le ocurrió hacer una fiesta ("porque bueno, ahora somos legalmente una ciudad y nuestra importancia ha sido reconocida"). En vez de cerrar el Conversatorio con decir: "exactamente 1805 es la fecha en que fue firmado el documento por el rey de España", para hacer las cosas más desafiantes, dije, vamos a seguir con estas ambigüedades. O si no, no tendríamos mucho de que hablar. Pero si hubiera la posibilidad de encontrar una especie de "acuse de recibo" de la real cédula aquí en Puno, y si a alguien se le ocurrió hacer una celebración y dejar testimonio escrito de esa actividad, eso sería muy interesante, ¿no creen?



José Velásquez Garambel
Me preocupa mucho el uso de las categorías de "élite minera" y por otro lado de "grupo de poder". Como nosotros sabemos, Giovanni Levi (padre de la micro-historia) hace ya un deslinde de esto. Al decir eso, me estoy consignando en lo que usted propone. Lo otro me parece, por decirlo así, entrecomillado.

También me preocupa el hecho que en Puno nunca han habido historiadores. No hay una tradición histórica; digamos que recién se está iniciando. No conozco un trabajo aún. Por otro lado, el trabajo del Dr. Núñez me parece muy interesante, no porque se haya basado en segunda fuente, porque no hay mucho de eso. He visto y he sido testigo del manejo de datos de primera fuente, del trabajo de archivo que él ha hecho. Me parece que hay que revisar ese trabajo para debatir sobre San Luis de Alva.

He sido también testigo de los datos que acaba de mencionar René Calsín, que es muy acucioso. Creo que todos los datos que él ha mencionado (y los tiene a la mano) son datos de primera fuente. Y digamos que me suscribo en lo de la fundación de Puno, porque ese documento de Miguel de La Torre, primer maestro puneño, que data de 1669, hace referencia a la fecha y hace referencia a las familias a las que se consignan los terrenos que están al costado de la cofradía. Esos documentos sí existen, lo que nos falta es ser un poco más puneños; es un jalón de orejas para nosotros mismos, que estando en Puno no nos hemos dignado a visitar los archivos que tenemos aquí. Y que estemos devaluando muchos archivos, que se están perdiendo lastimosamente. Le agradezco esta charla informativa y que procura problematizar algunos conceptos.


Nicanor, amablemente ha remitido referencias bibliográficas en donde los interesados pueden seguir buscando. ¡Muchas gracias!

Referencias Bibliográficas:

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[Reproduce índices de documentos notariales de los siglos XVI y XVII del actual Archivo Regional del Cuzco, publicados originalmente en la Revista del Archivo Histórico del Cuzco entre 1950 y 1960]

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Fuentes Rueda, Hélard. Documentos sobre Puno en el siglo XVI. Puno: Universidad Nacional Técnica del Altiplano, 1980.
[Índice mimeografiado de documentos sobre el Altiplano, entre 1539 y 1599, existentes en el actual Archivo Regional de Arequipa]

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Gareis, Iris. "La "Idolatría" andina y sus fuentes históricas: Reflexiones en torno a "Cultura andina y represión" de Pierre Duviols". Revista de Indias (Madrid), vol. L, núm. 189, 1990, pp. 607-626.

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Meiklejohn, Norman. La Iglesia y los Lupaqas durante la colonia. Cuzco: Centro "Bartolomé de las Casas", Instituto de Estudios Aymaras, 1988.

7.- Otros temas mencionados.

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Hobsbawm, Eric, y Terence Ranger, eds. La invención de la tradición [ed. orig. en inglés, 1983]. Barcelona: Crítica, 2000.

Levi, Giovanni. Sobre microhistoria. Buenos Aires: Biblos, 1993.

Portugal Catacora, José. Puno: tierra de leyenda; versiones legendarias sobre el origen de los pueblos de la Altiplanía peruana. Puno: Ed. Laikakota, 1952.

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8.- Más información: http://laicacota.blogspot.com/